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The Metropolitan Museum of Art gives you the opportunity to take thousands of pictures, and I took them, but the ones that really capture my memories of the place are these two.
The first one was taken quickly without planning. I had almost bypassed the galleries when I saw the museum monitor standing parallel to the door's frame and in the back the bright pink of the lady's skirt provoked in me an impulsive desire to capture that moment for ever. I wanted to keep the details of the man's face, his peaceful way of looking around like the way that people look when they know more than everyone else, but they prefer to keep silent and let everybody discover their own truth. I wanted to remember his face, his posture, his slow movements, his venerable soul. And for some reason he seemed to fit perfectly well with the place.
Then in a fraction of a second my eyes went to meet the almost fuschia skirt that fascinated me. Its many folds seemed to accent the intensity of the color. And coincidentally the skirt lady was standing next to the painting with the almost same pink in it.
The two main subjects of the photo were so far from each other in every aspect and at the same time they perfectly fitted together in the frame. To many coincidences one memorable moment!
The second picture was more or less planned because I was looking for the right moment to take a picture. I was standing next to that delightful sculpture enjoying every detail of it, trying to find the perfect angle to capture its movement and its joyfulness when a lady appeared behind the sculpture imitating not just the posture of the sculpture, but its deep good spirit, if I could call it that way. Because for some strange reason I felt that that inanimate figure had something that transmitted some warmness to me. And I am sure that I wasn't the only one perceiving that because that sculpture seemed to catch more attention that the rest of the amazing pieces around.
Some say that an image is worth more that a thousand words. And probably they are right, but I just wanted to share with all of you the reasons why I took these images.
El Metropolitan Museum of Art te da la oportunidad de tomar cientos de fotos y las tomé todas. Pero las imágenes que realmente capturaron el recuerdo que tengo del museo fueron estas dos.
La primera foto fue tomada sin planearlo. Pasaba rápidamente por las galerías cuando vi al vigilante de la sala parado frente al marco de la entrada y en el fondo el rosa brillante de una falda me provoc&oscute; un impulso incontrolable de capturar ese momento. Quisé capturar los detalles del rostro del hombre, su pacifica forma de mirar alrededor sabi
éndose poseedor de gran conocimiento y sin embargo prefiere guardar silencio para que los otros descubran su propia verdad. Quería recordar su rostro, su postura, sus pausados movimientos, su venerable alma. Y por alguna extraña razón él parecía pertenecer a ese lugar de forma perfecta.
Después en un fragmento de segundo mis ojos encontraron esa falda casi fuchsia que me fascino. Los muchos pliegues de la falda parecían acentuar la intensidad de su color. Y coincidentemente la chica se detuvo precisamente junto a la pintura que contenía casi el mismo rosa.
Los dos principales personajes de la imagen tan lejanos uno del otro, no abstante parecen armonizar en el cuadro perfectamente.
Muchas coincidencias, un momento memorable.
La segunda imagen fue un poco planeada porque estaba buscando el momento exacto para tomar una foto. Me detuve frente a esta facinante escultura, disfrutando de cada uno de sus detalles, tratando de encontrar el encuadre perfecto para capturar su movimento y su vivacidad cuando una mujer apareció detras de la escultura, no solo imitando la postura de la pieza, pero su buen espiritu también, si es que se le puede llamar así. Porque por alguna extraña razón sentí que la inanimada figura trasmitía cierto tipo de calidez. Y creo que no fui la única en percibir esto porque muchas personas mostraban mucho más interes en esta escultura que en el resto de las increíbles piezas a su alrededor.
Algunos dicen que una imagen vale más que mil palabras y probablemente tiene toda la razón, pero solo quería compartir con todos ustedes las razones porque tomé esas fotos, lo que pensaba y sentía en esos momentos.